Últimas palabras

Yo sé bien - más que bien- que he hecho mal, que no debí hacerlo, pero es que se escapó de mis manos... jamás lo creí, no lo premedité, como dijo alguien, fue algo tan espontáneo, involuntario, pero con todas las ganas del mundo, simplemente se dio, tenía tantas ganas de... Sí, lo reconozco... no me controlé, es cierto, disculpen, aunque ya sea tarde y no pueda arreglar nada...
Yo era el nuevo de la oficina. Era callado y serio (y el gesto natural de mi rostro me ayudaba bastante), pero tímido y algo reticente. Los compañeros me fueron siendo presentados, yo los saludaba a todos -sea hombre o mujer- con un apretón de manos y desviando un poco la mirada, no sé porque al principio soy así.
Los días pasaron y me fui 'soltando' más y más hasta que gran parte de mis compañeros me consideraban uno de ellos y me tenían en cuenta para cualquier actividad fuera del trabajo. Yo me había fijado en Laura, una chica simpática, pero sin mayor atractivo, pero es que me sentía ya tan solo que había decidido salir con la primera chica que me pareciera simpática. No buscaba sexo fácil ni algo vacío ni estaba obsesionado por una relación seria, sólo quería divertirme, conversar, reír, comer algo y tomar un trago. Eso era todo.
Lo que me gustaba de Laura era su forma de ser, su carácter sarcástico y ácido, su manera de hablar tan suelta que a veces era confundida con grosería. Nos parecíamos mucho en eso. Hablábamos muy a menudo, reíamos y yo me sentía bien.
"Un día de estos la invito a salir", me dije y ese día ya estaba próximo, hasta que "reapareció" Pilar.
Bajita, de cabellos cortos y claros, rellenita pero muy bonita. Ya la había visto antes pero no pasaba de un apretón de manos porque sabía que tenía novio y yo respetaba mucho eso. Decía que Pilar reapareció, puesto que, en vez de la carita de desorientación y alguito de vergüenza con que me saludaba de vez en cuando, me saludó con una gran sonrisa de confianza y como si le diese gusto verme y en ese momento cambió mi manera de ser hacia ella.
Por otro lado, Laura se había ido alejando un poco, jugueteaba con un compañero y admito que me confundía, no sabía si quería sacarme celos o qué cosa. Llegó incluso al punto en que dejó de saludarme con un beso en la mejilla y sólo me daba la mano mientras que a otros los saludaba con besos. Me molestó, lo admito, pero traté de no tomarle importancia.
Cada día, Pilar me buscaba para almorzar juntos, yo entendía sus chistes malísimos y ella se reía de los míos, algo rebuscados y lingüísticos, incluso, nos reíamos mucho, ella me cogía de la mano cada vez más seguido, pero una voz en mi mente me repetía en el cenit de mi deleite: "tiene novio" y juro que mis intenciones se apagaban. Pero me era imposible alejarme del todo, había un imán mental que me atraía y todo eso me apesadumbraba y me gustaba, al mismo tiempo.
Un día mientras almorzábamos cruzó una chica guapa y la seguí un instante con la mirada, me recriminó, pero en broma:
-¡Qué haces viéndola!
-Ja ja ja, lo que pasa es que yo admiro la belleza.
- Qué tal floro... A ver, ¿por qué no admiras la mía?
- Yo lo hago -contesté rápidamente-, pero no te lo digo porque después me malinterpretas; yo sé que tienes novio...
Ella sonrió de una manera extraña.
- Sí pues...
- Pero si no tuvieras novio, ¡hace rato! -y le apreté el brazo un poco esperando una reacción favorable.
- ¡Qué horrible! -dijo y reímos.
La situación se me complicaba más cada día. No podía dejar de pensar en ella. A Laura ya la había mandado hacía rato al olvido y casi ni la veía y ni me acordaba de ella. Mis compañeros más cercanos se habían dado cuenta y me molestaban con ella, pero yo siempre contestaba lo mismo: "ella tiene novio, yo respeto eso" pero su rostro, sus delgados labios y su perfume, se colaban por mis poros y yo exudaba deseo y pasión por ella.

El clímax fue cuando me invitó a su fiesta de cumpleaños en un bar de Miraflores. Yo tenía puesto un pantalón jean, una camisa y un par de zapatillas nuevas que había comprado para la ocasión. Entré al bar y la busqué con la mirada. La encontré sentada a una mesa junto con unos compañeros de trabajo, unas amigas de la universidad y su novio. El tipo no era muy agraciado de cara, pero sí que tenía un buen físico, parecía boxeador o deportista de contacto y no parecía estar muy emocionado con la reunión y le prestaba más atención a su celular que a Pilar, tan linda, ella. Me acerqué, saludé y me puse a conversar con Pilar. Hablamos mucho, estaba preciosa ese día. Su novio, creo que se llama Germán, se puso a conversar con unas chicas que estaban cerca. Pedí un Pisco Sour, dos, tres y me mareé un poco; ella tomó tres también y también estaba un poco mareada.
- Estás muy guapa, más de lo normal.
- ¿Admiras mi belleza?
- Como lo hago desde que te conocí.
- Mentiroso -y fingió un gesto raro.
- No, no -hablaba desde el fondo del corazón, no me importaba nada, no me daba cuenta de nada-, ya te lo dije antes... Si no tuvieras enamorado...
- ¿Qué? ¿Si no tuviera enamorado qué...?
- Tú sabes, te invitaría a salir, haría lo posible por conquistarte, para que estés conmigo...
- Vaya... -parecía sorprendida.
- ...pasar tiempo juntos y...
- ¿Y...?
- ...y poder besarte...
- ¿Besarme? ¿Cómo...?
- Así...
Y me olvidé de todo, nos olvidamos de todo, creo yo, porque por unos segundos no hubo nada más en el universo que sus labios sobre los míos, su mano en mi cabeza y la mía sobre su muslo izquierdo, y me sentí bien y me sentí mal y luego murmullos, voces, hasta un grito ahogado de sorpresa, su cara confusa al separarnos, el bullicio y las miradas atravesándonos, gente que desaparecía sigilosamente. Y lo adiviné, menos mal que me di cuenta de lo que estaban haciendo. Pilar, por su parte, se tapaba la cara y creo que empezó a llorar. Quise decirle algo al oído, pero escuché sus gritos desde la puerta y eran varios. No pude hacer mucho, no tenía opción. Me paré rápidamente y me fui hacia el baño pero alguien se lo dijo, lo sabía, y ahora escucho sus golpes en la puerta.
- ¡Abre, carajo!
No sé cuántos serán pero creo que...
- ¡Abre, hijo de puta! ¡Así que te crees rico!
En realidad no, me considero apenas normal. Distingo cerca de 5 voces distintas.
- ¡Abre o tumbo la puerta!¡Te voy a matar!
- ¡Germán, no!
- ¡Tú, cállate, perra! ¡No te metas!
¿Cómo defenderla?
No lo sé y tampoco sé cómo acabe esto, me pueden hasta matar, deben ser todos mastodontes, como él, me quiere matar, así que, tú, que has encontrado este papel en donde escribo esto, la puerta cede, me apuro, maldita sea, ¡maldita sea!, tú, que conoces la historia, no sé qué pase mañana, no lo sé, tú, que eres ahora mi confidente, dile a Pilar, por favor, dile que no me olvide...

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