Pequeña historia N°2

Me ha llamado por mi nombre.
Me ha pedido que me acerque y ahora me mira fijo a los ojos.
Qué nervios. Su mirada es fuerte pero no es penetrante, la sostiene con cierta dificultad.
¿Qué querrá decirme?
Es muy guapa y ese rubor en sus mejillas le imprimen cierto aire de ternura.
Me acerco dando pasos cortos, aunque quiero darle un tono de seguridad a mi andar, no lo consigo.
Me acerco y la miro. Finjo no ponerme nervioso; pretendo engañar a mi cerebro.
Quizá quiera decirme que está interesada (enamorada sería muy serio, teniendo en cuenta la prontitud, nos conocemos pocos meses) y que quizá yo quiera algo también.
Está moviendo los labios, va a salir algo de su boca y su voz acariciante mecerá las palabras benditas que me llenarán de felicidad.
- Carlos -me dice y su voz suena suave al pronunciar mi nombre-; tengo algo que decirte.
¡Qué nerviosidad! Nunca pensé que llegaría este momento. Seguramente ha visto ese "algo" en mi, ese algo del cual muchas veces me ha hablado mi amiga Valeria y que es cuestión de saber expresarlo y quizá ese momento ya haya llegado. A cada paso que doy, mi sonrisa se va dibujando cada vez más, aunque lentamente. En el cenit de mi sonrisa, llego frente a ella.
- Estoy enamorada de Javier.
Oh, carajo...

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